jueves, 20 de octubre de 2011

Miradas

      Nos miran, nos ven, nos observan. Pasa el tiempo y sus miradas nos siguen. Ellos siguen ahí sin envejecer, viendo como los años pasan y como la gente sigue pasando delante de ellos sin casi mirarles. Les condenan a estar en una caja rodeados de periódicos o sentados en un pupitre de colegio con la mirada triste y asqueada de seguir en el mismo sitio. Algunas sonríen todavía y su mirada insinuante te sigue y parece suplicarte que le lleves contigo. No cambiamos de sitio y cada vez nos tratan peor, parece que te dicen.


      Esta anciana corsa en actitud no sabemos si suplicante o ausente observa con mirada melancólica  al infinito. Pasan por su memoria escenas y personajes de su niñez y adolescencia, las mejores épocas de su vida con toda seguridad. Su boca de labios finos y apretados nos indica firmeza, determinación y seguridad en sí misma. Es un claro ejemplo de mujer rural que no ha parado de trabajar y que ha parido a muchos hijos, alguno de los cuales, seguro, murió de niño y otro u otros en el frente de alguna de las guerras europeas.



       "Introducción a la vida devota" es lo que está escrito en las dos páginas del libro que nos muestra un simpático personaje vestido de sacerdote o quizás algo más importante si nos atenenemos al color de los ropajes y la capa que le cubre los hombros. Se trata de San Francisco de Sales nacido en Sales, Saboya en 1567 y que nos muestra su obra cumbre. Habiendo nacido donde nació y en la época en que nació no es difícil imagimar las dificultades que pasaría rodeado de calvinistas. Fue canonizado a su muerte y en 1877 recibió el título de Doctor de la Iglesia. Su imponente figura nos recibe y su mirada nos muestra a un personaje bondadoso. La calvicie y la barba siempre la ha utilizado la Iglesia para mostrarnos a personajes cultos y sabios. Es clásica la iconografía de San Pablo por ejemplo.


      Madre e hija parece que esperan a que un barco a rueda les lleve a través del Mississipi desde Nueva Orleans a Lousiana. Los estados del Sur forman una auténtica Confederación y nada tienen que ver con los estados del Norte. La madre mira al infinito buscando al vapor que les transportará no perdiendo de vista a su hija. Esta se ha percatado de la presencia del fotógrafo al que no pierde de vista y con esa curiosidad típica de la infancia lo sigue a todas partes. Entre el fotógrafo y ella se intercalan unos barrotes pero ello no es motivo para que puedan ser fotgrafiadas. Los ropajes demuestran que pertenecen a una clase acomodada y es muy probable que a su llegada un coche de caballos les espere. El conductor, negro y con chistera les saludará cortésmente y les conducirá a su casa, una casa de estilo victoriano rodeada de una extensa plantación de algodón.


      Que tristeza transmite esta mirada. Es una niña vestida como una adulta con ropajes algo desaliñados y que le dan un aspecto de personaje callejero. Los labios despintados, mal despintados y de un color pálido que nos da una leve idea de enfermedad: ¿fiebre?, ¿anemia?. En Medicina los signos y síntomas no van aislados y todos en su conjunto nos definen una enfermedad. Por lo tanto deduzco que esta niña padece alguna enfermedad de tipo infeccioso y con la mirada nos lo dice y nos suplica ayuda: Hierro?, Antibióticos? Antitérmicos?. La bufanda simulando a martas nos orienta a hipotermia que puede alternar perfectamente con accesos de hipertermia. Todo esto son, lógicamete suposiciones. Puede que su madre la haya vestido así para ver como quedan sus últimas compras o que sea una cerillera de Pigalle.


      Esto ya es otra cosa. Alegría, desparpajo y belleza a raudales. Ojos negros españoles, vivos, y sonrisa blanca, radiante. Esa mirada nos indica que se lo está pasando de cine e invita a que nos sumemos al fiestorro. La mano izquierda en la cintura y la derecha  contorneándose a ritmo flamenco nos sitúa en un tablao y señal de ello es la guitarra que aparece apoyada en su cuerpo. Puede que sea de raza gitana aunque el aspecto es más de andaluza pudiente. Es perfectamente consciente  de que  va a ser inmortalizada por lo que se esfuerza en posar así de salerosa.



      ¿Cual sería tu impresión, siendo profesor, si un alumno  te mirara de esa manera?. No hay duda que el chaval está atento a las explicaciones pero algo tiene entre manos o algo acaba de hacer porque su rigidez  así nos lo dice. Esa sonrisa, algo sardónica, esconde alguna fechoría aunque no parece que sea muy importante. Su aspecto es de buen alumno y seguramente tiene muchos amigos a los que defenderá a muerte. Se le ve vivo y despierto y.... no tiene compañero de pupitre. ¿Le habrán expulsado de clase? ¿estará castigado mirando a la pared? ¿estará recitando La Canción del Pirata?.


      Este acaba de tener un susto de muerte. También puede que esté viendo un partido de tenis y la pelota vaya hacia él. Su actitud es de alerta. Igual está saludando a alguien y para ello mueve pies y manos. No lleva pañal por lo que quizás "algo" le resulte molesto allí donde la espalda pierde su nombre. No lo sé. Intenté hablar con él por si necesitaba algún tipo de ayuda pero enseguida me dí cuenta que su pose era de soberbia y altanería. No pude comunicarme con él. No decía nada.  A su alrededor se formó un corrillo y una señora, exagerada ella, quiso llamar al 112. Entre todos le convencimos que no era necesario ya que el individuo en cuestión no mostraba signos que hicieran temer por su vida. Al final habló y dijo ¡¡¡gueeeeeee...!!!.Ya nos quedamos tranquilos y abandonamos el lugar. Algo que comenzó de manera intrascendente podía haber acabado como el rosario de la aurora.


      Todo esto ocurrió hace unos días en un mercadillo de brocante en Francia. Los objetos parecían tomar vida y me sentí en la obligación de transcribirlo.


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