jueves, 22 de junio de 2023

Un Caballero en Moscú

 Hace unos días terminé de leer "Un caballero en Moscú" libro escrito por Amor Towles, un enamorado de la literatura rusa, y tengo que reconocer que me entusiasmó. Una novela en la que prácticamente la totalidad de la trama se desarrolla dentro de un hotel a lo largo de casi cuatro décadas. El gran y lujoso Hotel Metropol de Moscú. Su protagonista es el conde Aleksandr Ilich Rostov un aristócrata ruso al que le cambia radicalmente la vida con la llegada de revolución bolchevique.


Comienza el libro con el juicio al conde Rostov en 1922. Su destino como el de muchos de su condición era la pena de muerte pero gracias a un poema subversivo escrito 10 años antes por un amigo suyo, el escritor revolucionario Mijaíl Fiódorovich, y firmado por el conde,  elude la pena máxima y es condenado a arresto domiciliario permanente en el Hotel Metropol, donde ya residía en una lujosa suite. Su sorpresa al volver al hotel es que ya no vivirá en esa habitación sino en otra situada en el último piso destinada al servicio.

Que bien describe Towles al protagonista: una persona elegante, sibarita, refinado, gran conversador y excelente gastrónomo. De hecho se coloca como camarero en el exquisito restaurante del hotel, el Boiarski. Aquí forma el llamado "triunvirato" junto con el cocinero Emile y el maitre Andréi. Los tres se conocen todos los entresijos del hotel y siempre están bajo sospecha por el director del hotel "El Obispo", así es como ellos le denominan. Un personaje gris, nombrado por el Partido.

Hotel Metropol

El conde, desde dentro del establecimiento, ve como transcurre la historia en la Unión Soviética durante cuarenta años. El hotel, el más lujoso de Moscú, es centro de reunión y de paso de personajes variopintos: miembros del Partido Comunista que acuden con sus amantes, reuniones de la cúpula del Partido, embajadores y periodistas extranjeros, deportistas, artistas de cine, etc. Tres personas marcarán la vida del aristócrata: La actriz Anna Urbanová y  Nina y Sofía (las niñas que le cambiarán la vida cada una en su momento).


Una gran novela en la que el autor maneja perfectamente todas las posibilidades que le da un entorno tan reducido. Escrita con muy buen gusto y llena de referencias gastronómicas y cinematográficas. 

Un libro de los que queda grabado.

Un saludo,



lunes, 19 de junio de 2023

La Costa Vicentina

 Durante este mes de Mayo hemos pasado unos días viajando por Portugal y, aconsejado por un compañero de trabajo portugués, hemos conocido la Costa Vicentina. Esta zona forma parte del sudoeste Alentejano y ocuparía un espacio entre Sines y Sagres. Para entendernos mejor sería la costa atlántica situada por encima del Algarbe. Son aproximadamente unos 150 km de litoral entre los que se intercalan grandes acantilados y playas con grandes arenales. Llaman la atención los pueblos de esta zona. Muy cuidados, limpios, los accesos a las playas muy logrados y con zonas de aparcamiento bien delimitadas que permiten situarte prácticamente a pie de playa.

Costa Vicentina

Veníamos de pasar unos días en Guimarães y a través de la autopista A1 que continuaba con la A 13 y finalmente con la A2 nos desviamos hacia el oeste dirección Odemira. A unos 6 km de esta localidad teníamos reservado nuestro alojamiento en un hotel/refugio totalmente apartado del mundanal ruido: Refugio do Monte (www.refugiodomonte.com). Pasamos 3 noches en un lugar rodeado de alcornocales, con un silencio total y muy bien atendidos por Emilia. Este sería nuestro punto de partida para las excursiones que realizamos.





Refugio Do Monte

Aprovechando el trayecto y que  pasábamos cerca de Fátima, nos acercamos a visitar el santuario mariano. No sé si coincidió el día pero comparando con Lourdes me pareció menos masificado. Una inmensa explanada se extiende a los pies de la Basílica donde se encuentra un imponente altar que seguramente se utilizará en los grandes eventos. Unos días antes, el 13 de Mayo, se habían celebrado los 106 años de la la primera aparición de la Virgen a los pastorcitos (13 Mayo 1917) y me imagino que sería conmemorado por todo lo alto.

Explanada Santuario de Fátima

Tras este inciso turístico/religioso retomamos el viaje. Llegamos por la tarde a Odemira después de que el Tom-Tom nos jugara una mala pasada y no reconociera una carretera (es el problema de no actualizarlo), lo cual hizo que nos desviáramos unos cuantos kilómetros del final de etapa. Una vez allí  paramos a comer y dirección al hotel. El resto de los días no volvimos a Odemira porque no nos venía de camino de las excursiones que hicimos. Nos quedamos en el refugio, cenamos y nos acostamos temprano. El trayecto había sido largo.





Al día siguiente desayunamos tranquilamente (un desayuno más que suficiente) y mirando el mapa decidimos ir a Vila Nova de Milfontes, localidad costera distante 28 Km. La carretera de salida del Refugio era una pista forestal perfectamente adecuada para ir en coche. Se veían muchos invernaderos (allí les llaman estufas) e incluso parando no conseguimos identificar lo que se cultivaba. Más tarde nos enteramos que eran moras, frambuesas, grosellas....Salimos de la pista y cogimos la N 393. Muy bien asfaltada y con poco tráfico. Atravesamos un puente sobre el rio Mira y llegamos a Vila Nova de Milfontes. Un precioso pueblo costero con una impresionante estuario donde desemboca dicho rio.


Ría de Vila Nova de Milfontes


Vila Nova de Milfontes es una freguesía perteneciente al concelho de Odemira con poco más de 5000 habitantes. Una preciosa y muy cuidada localidad, destino turístico sobre todo entre los portugueses, y con muchas playas tanto hacia el norte como hacia el sur enclavadas entre acantilados. Calles adoquinadas de granito, muy limpias, aceras con el clásico empedrado blanco portugués que se ve en todas partes. Casas bajas de una o dos alturas con fachadas encaladas y dinteles de puertas y ventanas pintadas de color azul (la mayoría), amarillo o gris. De hecho a esta localidad se la conoce como la "princesa del Alentejo". Este aspecto es una constante muy típica de las localidades alentejanas.




Aparcamos el coche y nos dirigimos hacia el mar. El tiempo acompañaba y desde un mirador pudimos contemplar la inmensidad de la ría con varias playas a ambos lados. Se veía gente aunque poca en el agua. Junto al mirador, una muy coqueta iglesia del S XVI (Igreja de Nossa Sehora da Graça) y una fortaleza desde la que se domina todo el estuario. Es el Forte de São Clemente, mandado construir por el Rey Felipe III de España y II de Portugal para controlar desde ahí cualquier llegada al puerto. Es visible desde las playas del pueblo así como la impresionante hiedra que cubre sus muros.

Fuerte de San Clemente




Desde este mirador nos dirigimos caminando por un agradable paseo que bordea una de las playas hasta el faro y la estatua de Arcanjo,  escultura de aspecto futurista creada por el escultor  Aureliano de Aguiar. De vuelta paramos en un chriringuito a pie de playa para hacer el repostaje de rigor.

Calle de Milfontes

Seguimos paseando y disfrutando de la tranquilidad que se respiraba. El comercio se veía muy preparado de cara al verano. En el hotel nos aconsejaron el restaurante "Tasca do Celso" (www.tascacelso.eatbu.com) y ahí nos dirigimos. Estaba localizado muy cerca de donde nos movíamos. El hambre ya apretaba y tuvimos suerte de tener una mesa sin haber reservado ya que se llenó enseguida. Nos dejamos aconsejar aunque no recuerdo muy bien lo que comimos.

Tasca Do Celso

 Nos sentamos en una mesa para dos situada frente a una cuidada bodega en la que predominaban los vinos portugueses aunque también había algunas marcas españolas y aconsejados por el camarero liquidamos un vino blanco alentejano que estaba de fábula.


Después de comer fuimos en coche a una de las playas situadas en la proximidad de Vila Nova. La playa de Almograve (Praia do Almograve). De facil acceso y de arena muy fina son en realidad dos playas separadas por unas rocas que al bajar la marea se convierte en una. El sol pegaba bien y se veía gente en la playa. Nos aposentamos en un bar desde el que podíamos contemplar toda la playa. La marea no estaba baja del todo y todavía una roca la dividía en dos.


Playa de Almograve

De ahí nos dirigimos hacia el sur y llegamos al Faro de Cabo Sardao (Farol do Cabo Sardão). Situado en la parte superior de unos impresionantes acantilados en los que se podían ver nidos de cigüeñas con sus crías. Se accede en coche hasta el mismo faro y de ahí a través de unos senderos puedes recorrer  los acantilados y disfrutar de unas vistas maravillosas. Conté tres coches en el parking. No parece que sea un sitio muy turístico pero vale la pena visitarlo.



Faro Cabo Sardao



La tarde iba decayendo y decidimos volver al Refugio do Monte (21 km) no sin antes hacer una parada técnica en un supermercado para comprar algo de cena. La puesta de sol desde el jardín fue espectacular con un tono anaranjado que recordaba los atardeceres en Estambul.

Atardecer en el Refugio Do Monte

Al día siguiente nos levantamos, desayunamos  y mirando de nuevo el mapa y con la información que teníamos nos decidimos visitar Zambujeira do Mar localidad costera situada a 22 km dirección suroeste y también perteneciente al concelho de Odemira. En 2011 contaba con 912 habitantes siendo su actividad principal  el turismo.

Casa de Zambujeira Do Mar


Iglesia de Nª Sra. del Mar

Aparcamos el coche y fuimos inspeccionando el terreno. Localidad de construcción y aspecto muy parecido a Vila Nova de Milfontes. Muy bien cuidada daba la sensación de ser más tranquila. Dirección al mar llegamos al final de una calle que terminaba en una explanada sobre un acantilado. Allí se encuentra la Iglesia de Nossa Senhora do Mar, patrona de la localidad. Desde aquí la carretera desciende hasta la praia de Zambujeira, preciosa playa situada entre dos acantilados y de muy fácil acceso. Bajamos caminando hasta ahí y luego nos adentramos en las callejuelas del barrio de pescadores. Casas encaladas y con los dinteles de puertas y ventanas pintadas de azul o amarillo. Muy típico de la zona.




Playa de Zambujeira

El tiempo amenazaba lluvia pero pudimos tomar un aperitivo. Pensábamos ir a comer a un italiano pero nos pilló una granizada impresionante y nos tuvimos que refugiar bajo el toldo de un restaurante y ahí comimos. Una gente estupenda y con ganas de agradar. La verdad es que nos dieron bastante bien. La tarde continuó bastante inestable y algo había que hacer. Como andaba con la reserva de gasolina en el coche pregunté por una gasolinera. La más próxima estaba en S. Teotonio, a unos 10 km. Cargamos el depósito y poco a poco, por carreteras comarcales fuimos hasta el hotel. Continuaba lloviendo y al llegar nos dimos cuenta que éramos los únicos huéspedes. Aprovechando la circunstancia nos tomamos unas cervezas y un poco de lectura en el salón, algo de cena y a dormir. Esa fue la última noche que pasamos allí. Al día siguiente viajábamos hasta Isla Canela, junto a Ayamonte, ya en España.


Costa Vicentina

Muy contentos de haber "descubierto" el Alentejo y la Costa Vicentina, destinos turísticos que no se promocionan mucho y que fundamentalmente son visitados por los propios portugueses. Y que así siga porque otras ciudades y zonas portuguesas están sobresaturadas de turistas como por ejemplo Oporto, Lisboa, el Algarve , etc........

Un cordial saludo,