viernes, 26 de julio de 2019

El Algarve (1)

      El Algarve en una región portuguesa situada al sur del país. Abarca desde la frontera española al este (desembocadura del río Guadiana) hasta el cabo de San Vicente al oeste (punto más suroccidental de Europa). En lo que a costa se refiere abarca una línea de unos 155 km. Limita al norte con la región del Alentejo. La capital de la región es Faro. También adquieren categoría de ciudad las poblaciones de Albufeira, Lagoa, Lagos, Olhao, Portimao, Silves, Tavira, Santo Antonio de Vila Real y Quarteira. Su relieve es de suaves colinas siendo las principales zonas montañosas la sierra de Monchique y la sierra de Caldeirao. Su extensión se calcula en 4997 km2 y su población en 441.469 habitantes (2017).


      Su nombre proviene del árabe al-Garb (el occidente). Los árabes denominaban a esta región garb al-Andalus nombre que significa literalmente "el occidente de al-Andalus". Posee un clima mediterráneo con veranos calurosos, secos y soleados e inviernos suaves y húmedos.



      Su principal fuente de ingresos es el turismo localizado fundamentalmente en la costa. Todo su litoral está salpicado de preciosas playas. Aunque en los últimos años ha ido en aumento el turismo de interior donde podemos encontrar paisajes muy atractivos y pequeñas localidades que conservan todo el sabor del sur de Portugal.


      No es la primera vez que vamos a  Portugal. Conocemos parte del Douro con Oporto incluído. En este blog escribí nuestra experiencia en autocaravana por esa zona. La capital, Lisboa, tambien la conocemos. Esta vez nos hemos decidido por el sur, concretamente El Algarve. Durante 6 noches hemos tenido nuestro cuartel general en Albufeira, localidad situada más o menos en el centro geográfico de la costa. El viaje lo hicimos en coche a Madrid donde pernoctamos y al día siguiente vuelo directo a Faro (1 hora). Allí nos hicimos con con un coche de alquiler que ha sido nuestro compañero imprescindible e inseparable durante nuestra estancia.


      Dormíamos en un hotel junto a la Playa de Galé. Una larguísima playa que se extendía hasta la localidad de Armaçao de Pera. El primer día llegamos hacia la 13h y entre que recoges maletas, recoges el coche, etc, pasa un buen rato. Conectamos el GPS al coche, marcamos las coordenadas y rumbo a Albufeira. Nada más llegar traje de baño y a la playa. Tiempo excelente y viento. Paseamos por la orilla y pudimos comprobar como es de fría el agua del Atlántico. No se veía a nadie en el agua y la verdad es que no apetecía nada bañarse. En la foto de abajo se pueden apreciar junto a las sombrillas unos parapetos que sirven para cortar el viento.


      Terminado el paseo volvimos al hotel y esta vez nos bañamos en la piscina. El silencio era total. Una maravilla. Cenamos en una pizzeria próxima y a dormir. Al día siguiente comenzaba de verdad nuestra estancia en el Algarve.


      DIA 1

      Después de desayunar decidimos, junto con el recepcionista, comenzar por Faro. La capital de la región. Nos dio todo tipo de información y nos suministró los mapas de rigor. Allí nos dirigimos. De lo que no nos informó es que era 10 de Junio y que en Portugal, ese día, es fiesta nacional y que prácticamente todo estaba cerrado. Se celebra el día de Portugal y coincide el aniversario del fallecimiento del escritor Luis de Camoes (10 de Junio de 1580), todo un símbolo del republicanismo portugués.

Luis de Camoes

      Llegamos a Faro y aparcamos junto a las murallas, en el Jardim Manuel Bivar. Allí mismo estaba la oficina de turismo. Desde aquí y a través del Arco da Vila accedimos a la parte antigua de la ciudad.


      Actualmente, Faro es un importante centro turístico y dispone de un moderno aeropuerto internacional. Además del turismo destaca por ser una importante zona pesquera destacando la pesca del atún. También destaca una importante industria conservera así como la exportación de corcho y frutas. La ciudad se encuentra enclavada en el Parque Natural Ria Formosa, una impresionante zona de marismas y humedales que abarca unos 60 km de litoral y que sirve como punto de observación de numerosas especies migratorias que pasan ahí el ivierno. Actualmente se encuentran censados unos 65000 habitantes.



      Subiendo por la calle principal llegamos a la Plaza de la Catedral o Largo da Sé. Una extensa plaza rodeada de naranjos que, a pesar del mes en que nos encontramos, estaban llenos de naranjas. Esta catedral, también llamada de Santa María, la mandó construir el Rey Alfonso IV tras la reconquista a los moros en 1251. Ahí existía una mezquita que fue derribada. Posteriormente tras el terremoto de Lisboa a 1755 quedó muy dañada y fue posteriormente reconstruída. De la construcción inicial sólo permanece en pie la imponente torre porticada de la entrada. Pagando la entrada tienes acceso al interior de la iglesia, un pequeño claustro donde encontramos una capilla adornada con huesos (osario), el museo (cerrado por ser fiesta nacional) y unas escaleras que te dirigen al campanario. Comenzamos la visita por el claustro, muy pequeño y donde destaca una capilla/osario.


      La visita del claustro no lleva más de 10 minutos. De aquí entramos en la iglesia. De tres naves y bóveda de madera soportada por columnas dóricas.


      En su interior podemos visitar varias capillas algunas de ellas azulejadas, siguiendo la clásica tendencia portuguesa.


      Otras, del más puro estilo barroco portugués como esta de San Blas del siglo XVII


      Pero si algo destaca del interior es el impresionante órgano encargado en 1715 por el cabildo al maestro organista Joao Henriques Hullenkampf, residente en Lisboa y discípulo de Arp Schnitger (1648-1719), prestigioso constructor alemán de órganos muy influyente en Alemania y Países Bajos. Es de estilo típico alemán (barroco hamburgués). En 2006 sufrió un proceso de limpieza exhaustiva y  fue reparada toda la maquinaria por el maestro restaurador Dinarte Machado, atelier portugués organaria, como él mismo se presenta. Las tallas son asimismo de estilo barroco hamburgués y está decorado con motivos chinescos muy en moda en esa época.


      Visitada la iglesia enfilamos unas escaleras y subimos al campanario. Impresionantes vistas de Faro y de todas las marismas. Justo por encima nos pasaban los aviones que aterrizaban en el aeropuerto internacional.


      Una vez visitada la Catedral nos adentramos por el laberinto de calles que se forma en esta pequeña zona amurallada de la ciudad. Como se puede apreciar el tiempo era excelente y el calor muy soportable. Fue un paseo muy agradable ya que apenas te cruzabas con turistas (estarían en la playa) y los rincones que ibas encontrando eran de lo más sugerente.



      Después de tanta visita y tanto paseo se imponía una parada técnica. La hicimos detrás de la Catedral, en la plaza Alfonso III. Un local figuraba como de obligada visita en esta zona: La Taverna da Sé. Allí estaba pero cerrada.


      En la misma plaza había otros locales igualmente atractivos y allí nos sentamos a degustar una típica cerveza portuguesa, cerveza Segres. Excelente por cierto.


      Tras la parada técnica reanudamos la caminata esta vez hacia la salida de la zona amurallada. De ahí nos dirigimos, rodeando la muralla por el exterior hacia la plaza  donde habíamos aparcado el coche. Muy cerca de la plaza se encuentra la zona desde donde parten barcos que ofertan diferentes recorridos por la Ria Formosa, desde media hora hasta tres horas con comida incluída en uno de los islotes de la ría. Como tres horas, a pleno sol, nos parecía exagerado optamos por el de media hora. Breve pero muy completo. Un mozambiqueño nos fue explicando durante todo el recorrido los diferentes entornos de la marisma y como en invierno diferentes aves migratorias se establecen en esa laguna. Las vistas de la ciudad amurallada desde el barco eran muy atractivas.


      Aprovechamos la pequeña excursión para preguntar al de Mozambique por algún restaurante para comer. Se acercaba la hora fatídica y el hambre hacía acto de presencia. Nos recomendó el restaurante Chefe Branco. Estaba algo alejado de donde nos encontrábamos así que al desembarcar tuvimos que coger el coche. Un restaurante situado en el centro de Faro y frecuentado por lugareños. Barato y con una comida de muy buena calidad.





      Terminamos de comer y como todo lo más interesante lo habíamos visto (era fiesta nacional y todo estaba cerrado) decidimos volver al hotel a piscinear. El tiempo era excelente. Ya de vuelta paramos en un centro comercial que estaba abierto e hicimos algunas compras.


      El día fue terminando y después de darnos unos baños salimos a dar una vuelta. Cenamos temprano (como siempre) y al hotel. Al día siguiente nos esperaba otra excursión, esta vez por el interior del Algarve. Nuestra intención era visitar Alté, Salir y Querença.

DIA 2


      Desayunamos en el hotel. Un pequeño comedor con un buffet completísimo y una atención excepcional por parte del personal. Coche y carretera dirección a Alté. La aldea de Alté está considerada como la más típica del Algarve. Sus casas blancas, fachadas con bordes coloreados, su tranquilidad, dan a este pueblo mucho encanto. Situado a unos 20 km de Albufeira, en la mitad de la Sierra de Caldeirão. Esta aldea data de la época romana y su pasado árabe se puede apreciar en la construcción de las casas y en los detalles de las chimeneas.



      Nada más llegar aparcamos el coche a la entrada del pueblo y  fuimos al centro. Pasamos delante de esta cafetería, Agua Mel, y entramos a tomar un café y un pastelito de nata. Estos pastelitos no son de nata sino de crema pero se les llama así en todo Portugal excepto en Lisboa que son conocidos como Pastelitos de Belem. Los de esta cafetería son de fabricación propia. Excelentes. En la parte de atrás tiene una estrecha terraza con unas bonitas vistas.


      Terminado el postdesayuno encontramos la iglesia. Entramos y previo pago, una señora nos explicó una leyenda sobre el origen de este pueblo. Algo referente a una señora de alta alcurnia que esperó parte de su vida el retorno de su amante. No lo recuerdo muy bien. Personalmente una iglesia con poca cosa interesante en su interior. Como algo destacable me llamó la atención la puerta de  la entrada principal, de estilo gótico manuelino y la azulejada escalera de acceso al púlpito.


      Escalera de acceso al púlpito con los típicos azulejos portugueses.


      Uno de los puntos fuertes de Alté, desde el punto de vista turístico,  son "Las Fuentes". La Fuente Grande y la Fuente Pequeña. Antiguamente se reunían aquí las mujeres para limpiar la ropa y llenar los cántaros de agua. Hoy son lugares de interés turístico.




      Alté reparte su economía entre la potencia del turismo, manteniendo su esencia paro con una buena oferta, comercio, tiendas de artesanía y venta de productos típicos como la miel, queso y el aguardiente de madroño. Terminada la visita a este pueblo nos dirigimos a la aldea de Salir, distante a unos 15 km.


      Era ya mediodía y al llegar a Salir decidimos ir a comer. Encontramos junto a la carretera un restaurante donde comimos estupendamente y sin pretensiones. Hacía mucho calor y terminada la comida nos dirigimos andando al castillo. Dimos un paseo por los alrededores.


      No se si era por el calor que hacía pero la verdad es que no vimos nada interesante exceptuando lo cuidado que estaba todo el pueblo.


      Subimos al coche y con aire acondicionado y oyendo música fuimos hasta Querença, localidad situada a pocos kilómetros de Salir.


      Está considerado como uno de los pueblos mejor conservados del Algarve. Y lo podemos afirmar. Llegamos hasta el centro. Una plaza tranquila muy cuidada y con la Iglesia de Nuestra Señora de La 
Asunción en el centro. Construcción del S.XVI y que es uno de los exponentes más representativos del estilo manuelino.


      Su portada con columnas y arco de aspecto ensogado dan fe de ello. Fuimos andando por los alrededores (el calor había bajado de intensidad) y encontramos la carretera de acceso al cementerio. No se porqué pero el entorno con el calor, olivos, silencio y el secarral me recordaba a la película del Padrino. Fui tarareando la banda sonora del film.


      Al llegar al cementerio me llamó la atención algo que parecía un árbol. Mirándolo bien resultó ser una antena de telefonía móvil perfectamente camuflada como si fuera un pino. Me pareció una idea genial que debería ser imitada.


      Querença es una pequeña localidad situada en la montaña donde todo guarda uniformidad y belleza. Las cuatro calles que la conforman guardan bonitos detalles.


      Hicimos un alto en una cafetería de la plaza, frente a la iglesia, y aquí terminamos la visita a esta interesante y cuidada zona del interior del Algarve situada en la Sierra y en el Barrocal. Decidimos volver al hotel y como no, al relajo de la piscina.  No todo son playas en el Algarve. El interior guarda auténticos tesoros del Portugal más auténtico. Al día siguiente teníamos prevista otra excursión. esta vez iríamos a la localidad costera de Lagos de reconocida tradición naval y al Cabo de San Vicente.

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