domingo, 26 de mayo de 2019

San Baudelio de Berlanga

      En una reciente visita a la provincia de Soria realizamos una visita a la ermita de San Baudelio de Berlanga localizada junto a la aldea de Casillas de Berlanga. Visita obligada, creo, para todo aquel que vaya de turismo a esta provincia. Actualmente es, sin duda, una de las tarjetas de presentación con la que la Comunidad de Castilla y León recibe a sus visitantes.

Ermita de San Baudelio de Berlanga

      De entrada diremos que es una construcción mozárabe de finales del siglo XI. Aclaremos primero que es el arte mozárabe: es el arte desarrollado por cristianos hispánicos que vivieren en territorio musulmán desde el año 711 (año de la llegada de los árabes a España) hasta finales del siglo XI y que pudieron conservar cierta autonomía religiosa. Pues bien, esta ermita entra dentro de este concepto. 

Arco de herradura de entrada al ábside

      La primera noticia referente a San Baudelio de Berlanga data de 1136 y tras muchos avatares y cambios de titularidad (Concilio de Burgos, Diócesis de Osma, Diócesis de Sigüenza, etc) ha llegado hasta nuestros días. Tras la desamortización de 1866 pasa a ser de titularidad privada (Don Pedro José de Cea) y posteriormente, en 1893, esta ermita es adquirida por doce vecinos de Casillas de Berlanga. 

Muro interior del ábside

       Las primeras referencias a este edificio y a los frescos de su interior datan de 1884 en el Boletín de la Real Academia de la Historia. En 1907, en el Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, hay también una referencia sobre su existencia. Siguieron los referentes al estudio de la arquitectura mozárabe que alababan tanto la originalidad como los valores artísticos de esta ermita. Años más tarde, entre 1922 y 1926, tendrá lugar uno de los episodios más tristes de su existencia: el expolio de los frescos al que fue sometida. 


Parte superior de la columna palmiforme

      Relataré los hechos, hechos que están perfectamente documentados. En 1922 un conocido comerciante de arte, Leon Levi y un norteamericano coleccionista de arte, Gabriel Dereppe, se personaron en el despacho del Obispo de Sigüenza relatándole las malas condiciones en las que se encontraba la ermita y el peligro que eso suponía para la conservación de las pinturas de su interior. Solicitaban permiso para arrancarlas a cambio de reparar el edificio. Sospechando lo peor y agradeciéndoles tal ofrecimiento, el obispo les comunicó que la diócesis se haría cargo de las reparaciones. Los marchantes insistieron en poder visitar la ermita a lo que el prelado accedió. Excusándose, no acudió y mandó en su representación al Provisor. Más tarde el Obispo comunicó de manera definitiva al Sr. Dereppe que la diócesis se haría responsable de las reparaciones pertinentes. Fracasada esta vía Leon Levi y Gabriel Dereppe se enteraron que la ermita no era propiedad de la Iglesia sino de titularidad privada (los doce vecinos de Casillas de Berlanga). Se les abría otra posibilidad ya que los titulares no ponían ninguna pega para vender las pinturas. Se cerró el trato en 65000 pesetas y el Sr. Levi comenzó el arracamiento de frescos siguiendo la técnica del strappo. Cuando llevaba realizados varios arrancamientos se personó en el lugar la Guardia Civil, que cumpliendo órdenes del Gobernador de Soria a instancias de la Comisión Provincial de Monumentos, ordenó detener los mismos. A partir de entonces se inician diversas actuaciones judiciales en las que el Sr.Levi junto a los vecinos de Casillas, reclamaban la legalidad del procedimiento al tratarse de unos bienes de titularidad privada. A pesar del escándalo que supuso a nivel nacional este expolio, en febrero de 1925 el Tribunal Supremo señaló la legalidad del proceso y en febrero de 1926 se procedió, en la explanada de la ermita, a la entrega a los Sres Leví y Dereppe de todos los frescos arrancados. Tiempo les faltó para cargarlos en un camión y salir disparados. Estos frescos propiedad de Gabriel Dereppe fueron vendidos en EEUU a diferentes museos donde se recolocaron. En 1957 el Estado Español consiguió el retorno de algunos de ellos localizados en el MET de Nueva York y que actualmente se encuentran en el Museo de Prado, a cambio del ábside de la iglesia románica de San Martín de Fuentidueña (Segovia) que actualmente se expone en Los Cloisters de Nueva York. En You Tube hay un interesante reportaje sobre esta ermita, su desmantelamiento y reconstrucción en Nueva York.

Columna central

      Una vez hecho este recorrido histórico vamos a centrarnos en su visita. Lo que llama en primer lugar la atención es el paraje. Totalmente aislada del mundo y en un alto. Ahí la encontramos. Un edificio simple de mampostería de forma rectangular, ábside asimismo rectangular y una puerta de acceso con un doble arco de herradura. En su interior es donde encontramos lo más interesante. En el centro, una gruesa columna cilíndrica de la que parten ocho nervaduras a modo de ramas de una palmera y que soportan la bóveda. Según entramos, a la derecha de esta columna vemos un conjunto de pequeñas columnas con arcos de herradura dispuestas en cinco naves de 1,85 mts de altura y que se asemeja a una pequeña mezquita o mezquitilla sobre la que asienta el coro. A la izquierda de la entrada unas escaleras dan acceso al ábside rectangular. En el muro central una ventana abocinada y en el centro del abside un altar de piedra.

Mezquitilla del interior

      El programa iconográfico es de primerísima categoría. Originariamente toda la ermita estuvo decorada con frescos incluídas las ramas de la palmera. Se aprecian las improntas de los arrancados. Lo que queda está muy bien restaurado y se pueden ubicar perfectamente los ausentes. 

Escalera de acceso al coro

      Hay una importante gama de bestiario (bóvidos, elefante, oso, dromedario, perros rampantes), alusiones cinegéticas (caza de ciervo, de liebres, halconero) y diferentes episodios bíblicos (Bodas de Caná, las tres Marías ante el Sepulcro, Cración del ciego, tentaciones de Jesús, Entrada en Jerusalén, Ultima Cena, episodios de la Pasión). Existen diferentes versiones en cuanto al origen de estas pinturas. Parece que hay bastante unanimidad en atribuir a artistas mozárabes los motivos animales y cinegéticos (de clara inspiración islamista) y a otros, conocedores del arte cluniacense, los motivos religiosos. Estos últimos se habrían ejecutado más tarde, a finales del siglo XII, una vez reconquistado el territorio por los ejércitos cristianos.



      En el exterior de la ermita, adosados al muro del ábside, nos encontramos con los restos de una necrópolis rupestre medieval por lo que se supone que en su entorno debió existir un monasterio o un poblado próximo desaparecido. Existen una veintena de tumbas de tipo antropomórfico talladas en la roca.

Entre las barandillas la necrópolis

      La visita se puede realizar en una hora y media más o menos. No hay guía y en la localidad próxima de Berlanga de Duero existe un Centro de Interpretación que da información completa sobre esta ermita.

      Cuando estuvimos éramos los únicos visitantes y la señora encargada de abrir la ermita, sin haber solicitado su atención, nos dio mucha información a pesar de que insistía continuamente que no era guía ni historiadora. Al final, agradecidos por sus explicaciones, le compramos un libro escrito por Agustín Escolano Benito, catedrático de la Universidad de Valladolid.

Vista desde el altar (portada del libro)

   Considero imprescindible su visita. Tanto el entorno como lo que encontramos en su interior resultan muy atractivos e interesantes, siendo su acceso muy cómodo para todo tipo de personas.

      Por algunos es considerada "La Capilla Sixtina de Castilla".

      Un saludo,

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