martes, 2 de noviembre de 2021

Viaje a Portugal

Tras casi año y medio de sequía literaria condicionada por múltiples factores, retomo la escritura como medio para poder entretenerme y a la vez poner en conocimiento diversas actividades que voy a ir realizando de ahora en adelante.
 En esta ocasión me voy a repetir en cuanto al país de destino y medio de transporte pero con información y fotografías de otras ciudades aunque una de ellas se repite, Oporto. Volvimos a alquilar una autocaravana (AC) esta vez en Pamplona.(www.bertizautocaravanas.com). Para localizar áreas de aparcamiento y campings utilicé una aplicación gratuita en el móvil muy práctica y con mucha información: "park4night". Entre esta app y el TomTom nos arreglamos muy bien aunque en alguna ocasión (llegando a Guimarães) nos mandó por alguna carretera/camino que dejaba mucho que desear.
Este viaje lo hemos realizado a lo largo una semana durante el mes de Septiembre teniendo como punto de partida Pamplona. Las ciudades previstas en el viaje de ida eran Braganza, Amarante, Guimarães, Braga y Oporto. La vuelta la iríamos decidiendo sobre la marcha. Estas ciudades se localizan en la vertiente norte del Duero excepto Oporto que está en su desembocadura. Así que nos pusimos en marcha desde Pamplona dirección Braganza.


BRAGANZA
Esta primera etapa fue la más larga que hicimos (531 km). Pamplona - Burgos - Valladolid - Zamora, Alcañices - Braganza. Por supuesto no es lo mismo hacerlo en coche que en AC. Tardas más pero también paras más y como no tienes reserva hecha de ningún tipo no hay prisa por llegar al destino. En este caso era un área de AC junto al Castillo de Braganza (R. de Säo Francisco), gratuita y dotada de los servicios necesarios. Una zona muy tranquila, rodeada de membrillos y con la imponente compañía del Castillo. Consultando Maps y caminando a través de la Rua de Säo Francisco, en 15 minutos accedíamos en la céntrica Plaza de la Catedral o Sé Velha.



Una vez instalados en el parking y nivelada la AC fuimos de paseo hasta la Plaza de la Catedral. La calle San Francisco es una calle adoquinada, estrecha, con las aceras asimismo adoquinadas (muy típico en Portugal). Llegamos a la Plaza y nos sentamos en una cafetería frente a la Catedral a tomar un refrigerio. No pudimos entrar pero pudimos visitar el pequeño claustro. Este conjunto catedralicio fue un antiguo seminario jesuita (aquí los jesuitas tuvieron una fuerte presencia). 



Braganza es conocida como la ciudad de los museos. Dada la hora que era solo pudimos visitar un curioso museo dedicado a la castaña. Ahí nos enteramos que la comarca produce el 80% de las castañas que se recogen en Portugal elaborando con ellas cantidad de productos: repostería, vinagre, aceite, dulces.....Compramos un vinagre que una vez probado nos defraudó: era bastante dulce. Iba anocheciendo y volvimos al parking. Dimos un paseo por los alrededores y nos retiramos a dormir. La visita al Castillo la dejamos para el día siguiente. Esa noche hizo bastante frío y al levantarnos dentro de la AC marcaba 13 grados. Desayunamos en una cafetería cercana y nos dirigimos al Castillo (muy próximo). Accedimos a la ciudadela amurallada por la Puerta del Sol. Ahí  se encuentran el Castillo, La Iglesia de Santa María y el Domus Municipalis.



El Castillo es una imponente obra  del S.XIII remodelado en el XV desde del que se domina la ciudad y sus alrededores. Actualmente alberga el Museo Militar de Braganza. Destacan dos torres, la del Homenaje y la de la Princesa. 



Muy cerca del castillo se halla el Domus Municipalis, llamado antiguamente Sala del Concelho porque era donde se reunían las autoridades locales. Un pequeño e interesante edificio románico que destaca por ser una de las pocas construcciones románicas civiles, no religiosas, que se conservan en la Península.




Junto al Domus Municipalis se encuentra la Iglesia de Santa María que combina en el exterior elementos barrocos, románicos y renacentistas. No pudimos verla por dentro ya que estaba cerrada.



Terminada la visita tomamos un café en un establecimiento de la ciudadela que destilaba un romántico aire medieval y volvimos a la AC para realizar el siguiente trayecto: Braganza-Amarante-Guimarães (distancia total 198 km)






AMARANTE
Salimos de Braganza dirección Amarante a través de la autopista A4. Distancia: 153 km. Aunque la idea era dormir en Guimarães la visita a Amarante nos apetecía porque habíamos leído cosas interesantes de esta ciudad y además nos pillaba de paso.
Es una ciudad de unos 61000 habitantes perteneciente al distrito de Oporto. Atravesada por el río Támega, afluente del Duero. Un caudaloso río en el que se pueden practicar diversas actividades acuáticas.




Su historia está ligada a un puente: el puente de Säo Gonçalo. Este puente es la referencia de la resistencia de Amarante a la invasión de las tropas napoleónicas en 1808. La población de la ciudad se unió para impedir el paso del ejército francés y tras una defensa numantina en el puente el ejército invasor se impuso y como represalia arrasó la localidad.




La panorámica de este puente se completa con la iglesia y el monasterio del mismo nombre. No lo pudimos hacer ya que la iglesia estaba de obras y no se podía acceder al interior.



Comimos allí mismo, en una plaza delante de la iglesia (Café Bar - Restaurante Säo Gonçalo). Tras el café cortado de rigor (pingo en portugués) atravesamos el puente y a través una estrecha calle adoquinada (Zé da Calçada) dimos un paseo. En esta calle se encuentran varios restaurantes con terraza hacia el río. Nada más pasar el puente nos encontramos con la famosa Confeitaria (confitería) da Ponte. Un establecimiento de aire clásico muy afamado en todas las guías de viaje. Me deleité con un riquísimo pastelito de Belem. 



Como curiosidad comento que San Gonzalo es en Portugal el equivalente nuestro de San Valentín y en esta pastelería son famosos lo quinhanzinhos de Säo Gonçalo, los colhoes o caralhinhos, grandes dulces de forma fálica que ponen el toque erótico a la tradición del San Valentín portugués.



Terminada nuestra visita a Amarante (por supuesto no pudimos verlo todo) nos montamos en la AC y dirección Guimarães distante a 49 km.



GUIMARAES
De todas las ciudades visitadas en este viaje Guimarães es sin duda la que mejor impresión nos ha causado. Su visita me la recomendó un compañero de trabajo portugués, Nelson, de Fafe (localidad cercana). La llegada fue bastante caótica ya que el GPS, llegando a la ciudad, nos desvió por un camino adoquinado, estrecho y que en ocasiones transcurría entre casas entre las que era muy fácil quedarte encajado. Hubo varios momentos en los que tenía que recoger los retrovisores externos para poder pasar. Al final el trayecto era cuesta abajo hasta llegar al parking de autocaravanas junto al teleférico que asciende hasta el Santuario de la Virgen de la Peña, Monte da Penha. Cuando pasan estas cosas, aprendes: la próxima vez marcaré "centro ciudad" y de ahí al parking de AC.



Guimarães es una preciosa y cuidada ciudad. El nombre me resultaba conocido por su equipo de fútbol. Pertenece al distrito de Braga y tiene alrededor de 60000 habitantes. Se le considera la cuna de Portugal ya que aquí nació Alfonso Henriques primer Rey de Portugal (1109-1185). 



"Aqui nasceu Portugal" es el lema de la ciudad y aparece escrita en una de las torres de la muralla.



Nada más aparcar la AC nos dirigimos al centro de la ciudad caminando. Aproximadamente 15 minutos. Lo primero con lo que nos encontramos es con la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación o iglesia de San Gualter (patrono de la ciudad). Una iglesia de estilo barroco, muy portugués, terminada en 1785 y a la que un siglo más tarde se le agregaron dos torres campanario lo que le da un aspecto muy estilizado. Delante, unos magníficos jardines que nos condujeron hacia el centro histórico.



La primera sensación que tienes es de ciudad tranquila y cuidada. Nos adentramos en el casco antiguo adoquinado y llegamos a la Plaza Oliveira, llamada así por la presencia de un olivo en uno de los laterales. Es de planta rectangular, traza medieval y empedrada. Como lugares destacados a visitar están la iglesia de Nuestra Señora de Oliveira y el Monumento a la Batalla del Salado. Desde aquí, a través de una arcada gótica situada bajo el Palacio del Concejo, se accede a la Plaza Santiago.



El Monumento a la Batalla del Salado conmemora el triunfo de una coalición de tropas castellanas y portuguesas el 30 de Octubre de 1340 contra los benimerines (último reino magrebí que trataría de invadir la península ibérica). Tuvo lugar en los alrededores del río Salado de Tarifa (actual provincia de Cádiz). Es una de las batallas más importantes del último período de la Reconquista. Es un templete gótico con un crucero en su interior que fue mandado construir por Alfonso IV entonces Rey de Portugal llamado desde entonces Alfonso IV o Bravo,en 1342. 



Sentados en una terraza descansamos un rato y más tarde,  fuimos a la Plaza Santiago, más amplia que la de Oliveira y con mucha afluencia sobre todo de gente joven. En Guimarães se encuentra uno de los campus universitarios de la Universidade do Minho que comparte con la ciudad de Braga y eso se nota en cuanto al ambiente universitario que se respira en la ciudad.



Seguimos paseando por el casco antiguo y poco a poco fue cayendo la tarde. La sensación que se respiraba era de mucha tranquilidad. El tiempo también acompañaba. Nos llamó la atención la presencia de capillas con motivos relacionados con la Pasión de Cristo en diferentes puntos de la ciudad y que se encontraban a pie de calle. Muchos transeúntes se detenían, se santiguaban y permanecían de pie, rezando delante de las imágenes.





Volvimos al parking de AC y cual fue nuestra sorpresa que nos encontramos con unos camiones enormes aparcados en la misma explanada que nosotros con el anagrama de "Jurasic Park". Estaban montando unas carpas con una exposición de dinosaurios de cartón piedra de tamaño natural. Cenamos algo en la AC y salí a curiosear. Con la nuestra estábamos 11 AC aparcadas. Me acerqué a las carpas y saludé a unos operarios que levantaban  lonetas.  La noche transcurrió sin incidencias.
Nuestro plan al día siguiente fue una ducha en la AC (el agua caliente funcionó estupendamente) y salir a desayunar en una cafetería cercana. No me cansaré de decir lo amables y educados que son  los portugueses. Un buen café con leche y una amplia variedad de panes para elegir acompañados con aceite y mermelada. Por cierto, aconsejo la combinación de aceite con mermelada en un buen pan tostado. Un descubrimiento.



Repasamos el plan del día y optamos por visitar el Castillo de Guimarães, Castelo do Guimarães.
Este castillo fue mandado construir en el siglo X por una condesa gallega, Numadona, para proteger a la población del ataque tanto de hordas vikingas como de los musulmanes.  Más tarde, sirvió de residencia al Conde Henrique yerno de  Alfonso VI de León quien le cedió el gobierno de la región. Su hijo Alfonso Henriques se enfrentó a su primo Alfonso VII de León en 1127 para librarse del vasallaje que le debía y se convirtió así en el primer Rey de Portugal. Situados próximos al Castillo están la Iglesia de San Miguel y el Palacio de los Duques de Braganza.



La iglesia de San Miguel es de construcción tardo románica y fue consagrada en 1239. Aquí se encuentra la pila bautismal en la que fue bautizado Alfonso Henriques, primer Rey de Portugal. Una inscripción sobre la misma nos recuerda el acontecimiento. En 1910 fue declarada Monumento Nacional junto al Castillo y el Palacio de los Duques de Braganza.






Muy cerca de esta iglesia está el Palacio de los Duques de Braganza.



Es un impresionante edificio construído en el siglo XV por Dom Alfonso, primer duque de Braganza y octavo conde de Barcelos, hijo natural del Rey don João y de doña Inês Pires Esteves. De estilo borgoñés fue posteriormente restaurado no sin cierta polémica y desde 1933 viene siendo utilizado como residencia del Presidente de la República. Consta de patio central, planta baja, primer y segundo piso.



Su interior puede ser visitado y realmente merece la pena. Son impresionantes los salones, destacando el salón de los pasos perdidos y el de los banquetes con techos de madera en forma de barca invertida rememorando la era de los descubrimientos. 



Una impresionante colección de tapices flamencos alusivos a hazañas épicas portuguesas decoran sus paredes. También podemos admirar una colección de grandes porcelanas de la Compañía de Indias, bargueños españoles, etc.




La visita de estos tres edificios merece la pena y la recomiendo.



Terminada esta visita al castillo y aledaños nos dirigimos al casco antiguo y realizamos algunas compras. Un café y a por la AC. Nuestro siguiente destino era la ciudad de Braga distante a 25 km.


BRAGA
Braga, Bracara Augusta. Municipio romano fundado en el año 15-16 a.C tras la campaña del emperador Cesar Augusto contra cántabros y astures. Se le considera la más romana de las ciudades portuguesas. Es la tercera población con más habitantes de Portugal tras Lisboa y Oporto. En el año 2021 se censaron 193.333 habitantes.


El trayecto fue muy corto y esta vez acampamos en un camping situado en las afueras de la ciudad: Camping Municipal de Braga. Un camping bastante dejado y abandonado con servicios que dejaban bastante que desear. A su favor el personal de recepción, muy atento y muy amable. Pocas parcelas para AC y con pocas y destartaladas tomas de electricidad para compartir. Aconsejo un cable de muchos metros de longitud. Tal y como he dicho, el personal de recepción muy amable y educado (es la tónica general de los portugueses). Una vez aparcada la AC, en recepción  nos proporcionaron un mapa y nos informaron sobre los sitios más interesantes de Braga. Caminando hasta el centro histórico más o menos una hora.
Una amplia avenida te conducía hacia la parte antigua de la ciudad. Nada más llegar hicimos un alto en el camino y repasamos el mapa de ciudad. Nos encontrábamos muy cerca del Hotel Vila Galé, un majestuoso edificio barroco portugués convertido en hotel gracias a la rehabilitación del antiguo hospital de San Marcos, un edificio de interés público construído en 1508. Y como era la hora de comer allí que fuimos. Nos deleitamos con una estupenda comida y un magnífico blanco del Douro.





Terminamos de comer y poco a poco fuimos paseando por la parte antigua de la ciudad. Calles peatonales con amplias terrazas que invitaban a tomarse un café.



 Un letrero no condujo a la Catedral de Braga, no sin antes pasar por la Puerta Nueva de Braga (Arco da Porta Nova).



Esta puerta era una de las antiguas entradas a la ciudad y sigue dando la bienvenida a los actuales visitantes de la ciudad.



De ahí parte una calle peatonal que nos conduce a la Catedral o Sé.
Este edificio es una pequeña joya. Lo mandaron construir los Condes de Portucale, padres del primer rey de Portugal, Alfonso I. 



En la nave principal podemos ver los increíbles órganos y el coro. Es una de las grandes obras del románico portugués. Los órganos construídos en 1737 y 1739 son obra de Simón Fontanes y fueron decorados en talla por Marceliano de Araújo.





Pasamos la tarde recorriendo el casco histórico y a eso de las 20h comenzó a llover, mejor dicho, a diluviar. Nos refugiamos en una cafetería y viendo que el diluvio no terminaba compramos unos paraguas. La localización de un taxi fue imposible, así que decidimos volver andando al camping. La noche transcurrió sin problemas y al día siguiente siguiendo los planes previstos fuimos a Oporto, distante a unos 60 km. 


OPORTO
Nuestro destino era de nuevo el Camping Orbitur Madalena, en Vila Nova de Gaia. Ya lo conocíamos de una estancia anterior y guardábamos muy buen recuerdo. Las fechas eran buenas y había sitio de sobra. Una vez hecha la entrada nos dirigimos a la zona de aparcamiento de AC. Un bosque de eucaliptos con muchas tomas de electricidad. Pudimos aparcar al lado de los servicios y a nuestro alrededor no había mas que cinco AC. Aparcamos, hicimos las conexiones pertinentes y fuimos a visitar la ciudad. Recordaba que muy cerca del camping había una parada de autobús para ir al centro. En la recepción de camping nos informaron del horario. Era  el 906, que cada 30 minutos te llevaba al centro de Oporto. La duración del trayecto era de aproximadamente 45 minutos. El precio era 1 euro 20 ctms. Desde donde lo cogíamos hasta la zona donde bajábamos (Ribeira, junto al edificio del Palacio de la Bolsa) conté y había 42 paradas. El chófer demostraba mucha destreza porque circulaba por unas calles estrechísimas donde justo justo cabía el autobús.
Lo primero que hicimos al bajarnos de autobús fue buscar un sitio para comer. Lo encontramos y la verdad que por un módico precio comimos muy bien acompañados de un magníficoVinho Verde. Terminada la comida con un "pingo" (café cortado) y una copita de Oporto, nos dirigimos a la Rua Santa Caterina, la calle más comercial de la ciudad. 



Antes de llegar pasamos por la Estación de Oporto construída sobre un antiguo convento. Estación de San Bento. De clara inspiración francesa lo más destacado está en el hall. Más de 20.000 azulejos nos relatan varios episodios de la historia de Portugal. Esta estación fue inaugurada en 1916 y es obra del arquitecto José Marqués da Silva.





Hicimos algunas compras y pudimos admirar algunos edificios más carismáticos de la zona como el Café Majestic o la Capilla de las Almas (clásico ejemplo de azulejado portugúes).




Estábamos cansados de tanto ajetreo y con las bolsas de las compras bajamos a la zona de la Ribeira, junto al Duero, nos tomamos una cerveza Sagres y volvimos al camping. 
Pasamos una tarde muy agradable y con muy buen tiempo. La ciudad estaba muy animada y se notaba alegría en la gente. 



Al llegar al camping dejamos las cosas en la AC y salimos a dar un paseo por los alrededores. Muy cerca está la famosa playa de la Madalena y caminando por un paseo de madera integrado en la arena terminamos en un elegante chiringuito de playa donde estuvimos contemplando la puesta de sol.
Por la noche el tiempo cambió. De madrugada una potente tormenta con un buen chaparrón nos despertó. La lluvia sobre el techo de la AC es muy ruidosa y hasta que no paró de llover no pude conciliar de nuevo el sueño.
Al día siguiente el tiempo mejoró, desayunamos en la cafetería del camping y volvimos al autobús. esta vez el objetivo era visitar el Palacio de la Bolsa y la Iglesia de San Francisco situada junto al edificio de la Bolsa. Luego ya veríamos.



El Palacio de la Bolsa es un edificio neoclásico inaugurado en 1891. Su interior gira alrededor de un gran patio central. Ascendiendo a través de una magnífica escalera construída en granito y mármol podemos acceder a visitar diferentes estancias como la Sala Dorada, la Sala de Asambleas Generales y la más espectacular de todas: la Sala Árabe o Arábiga, inspirada en la Alhambra de Granada.



 Es en esta sala donde se celebran las más importantes recepciones oficiales de la ciudad. La visita es guiada y pudimos acoplarnos a una de ellas en español. En una hora pudimos visitarlo y admirar entre otras cosas la variedad de marquetería insertada en los suelos de las diferentes salas. Uno de ellos puede ser considerado como inspirador del Pop Art.




Terminada esta visita nos dirigimos al convento de San Francisco, junto al Palacio de la Bolsa.
Una portada barroca con imponentes columnas salomónicas nos permite la entrada a su interior.



 Su construcción termina en 1410 y es considerada la mejor construcción gótica de Oporto. Su interior está revestido en madera por imagineros portugueses gracias a las aportaciones de grandes familias portuguesas cuyos restos descansan en las catacumbas de la iglesia. 



De todos los retablos que se pueden admirar, el más impactante me resulta el de la decapitación de franciscanos en Marruecos. 



Terminada esta visita, daban ya las 12 el mediodía, nos sentamos en una terraza y descansamos planeando la siguiente ruta.
En vez de meternos en el mogollón turístico optamos por visitar el antiguo barrio pesquero de la ciudad a poca distancia de donde nos encontrábamos.



Edificios humildes, alineados, de dos o tres alturas y con ropa secándose y aireándose nos dirigieron a una nave, seguramente antigua lonja de pescado, reconvertida en almacén de objetos de lo mas variado. Podías encontrar desde antiguas raquetas de tenis a muñecos de giñol pasando por pianos de cola, maletas de cuero, máscaras antigás, caballos de madera....etc. Un auténtico deleite para la vista.




Seguimos caminando y como se acercaba la hora de comer entramos en una auténtica tasca y comimos lo que había. La verdad es que poca cosa. Nuestra sorpresa llegó cuando en el postre pedí un vino de Oporto. ¡¡¡No tenían vino de Oporto!!!. Pero bueno, el asunto se solucionó rápidamente, Al salir de ese tugurio comenzó a llover y nos refugiamos en una cafetería próxima. Allí nos tomamos la revancha. Pedimos Oporto blanco y Oporto tinto. Y empezó el festival. Cata a ciegas para encontrar las diferencias. La tormenta duró bastante lo que nos permitió realizar varias catas. Un despropósito total. Salí cantando jotas navarras. Muy divertido.  



Pasada la tormenta volvimos a la ribera del Duero y en una tienda porteña hicimos algunas compras muy relacionadas con el vino de Oporto. Ese vino tinto fortificado con aguardiente durante los 4-5 primeros días de fermentación y que una vez interrumpida conserva el sabor dulce del mosto lo cual  permite su transporte a largas distancias. Ese es el origen del vino de Oporto.
Seguimos caminando y fuimos a un elevador, tipo funicular junto al famoso puente de Luis I que nos dejó muy cerca de la esplanada de la Catedral o Sé (en portugués) de Oporto. 



De aquí parten entrañables callejuelas empedradas que descienden y te conducen a la ribera del Duero.




 Una paradita de rigor y casi anocheciendo dimos la jornada por concluída.
De vuelta al camping salimos de nuevo a pasear y nos retiramos a una muy prudente hora. Al día siguiente volvíamos a España con destino a León, previa parada en Chaves, todavía en Portugal. No voy a hacer ningún cometario sobre Chaves, ciudad termal, ya que nuestra parada se limitó a comer un plato combinado y rumbo a León y posteriormente a Burgos. Las visitas a sus respectivas catedrales merecen entradas aparte.

Es la segunda vez que viajamos a Portugal en AC y guardamos muy buen recuerdo de ambas visitas. No sé si lo haremos de nuevo en AC. Lo que sí es seguro es que volveremos a ese magnífico y hospitalario país.

Un saludo,

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