El Dr. José Luis Munoa ha fallecido. Tenía 92 años y una amplísima vida dedicada tanto a su profesión, la Oftalmología, como al cultivo de otros aspectos de la vida. Hablamos de las humanidades, literatura, filosofía..... Cultura en general.
La primera vez que oí hablar de él yo tendría alrededor de 13-14 años. Mi hermano pequeño, Luis, padecía de estrabismo y mis padres le llevaron a su consulta de la calle Hernani. Era entonces el oftalmólogo de más prestigio que había en San Sebastián. Todavía le recuerdo a mi hermano con unas gafas en las que le tapaban el "ojo bueno" y hacían trabajar al estrábico. Posteriormente coincidí con él en dos ocasiones. Como estudiante de Medicina en la Unidad Docente de la Facultad de Medicina en San Sebastián donde impartía las asignaturas de Oftalmología e Historia de la Medicina y, una vez terminada la carrera y realizada la especialidad de Anestesiología y Reanimación en Cataluña, como especialista en Policlínica Gipuzkoa.
Como profesor tengo que reconocer que sus asignaturas eran de las pocas a las que nunca dejaba de asistir. Eran auténticas clases magistrales aderezadas con multitud de entretenidísimas anécdotas personales. Recuerdo alguna como la del Ojo de Horus del antiguo Egipcio. Que maravilla oirle hablar de ese símbolo rodeado de una inquietante R. En una de sus geniales interpretaciones atribuía a esa R el símbolo que todos los médicos ponemos antes del nombre de un medicamento cuando firmamos una receta. Y como profesor de Historia de la Medicina era donde se le veía disfrutar de verdad. Que pozo de sabiduría. Que conocimiento de las diferentes culturas (maya, azteca, egipcia, griega, romana...). En esas clases no cogías apuntes. Te acomodabas y a escucharle. Nada exigente en sus asignaturas recuerdo mi examen de Historia de la Medicina. Conseguí un libro sobre Medicina Natural escrito por otro de los grandes médicos humanistas que ha habido en Guipúzcoa, el Dr. Ignacio Barriola. El examen consistía en hacer un trabajo sobre un tema y lo podíamos firmar dos alumnos. Hice lo que ahora se llama un corta/pega y lo firmé junto con un compañero eibarrés. Nos puso un Notable pero tuvimos que "aguantar" una reprimenda por haber copiado prácticamente todo.
En el último año de carrera, entre dos compañeros confeccionamos la orla en la que figuramos todos los alumnos que terminamos ese año. Comentamos con él que símbolos podríamos insertar. Nos citó en su casa de la Calle Iztueta de Gros. Tengo un recuerdo bastante preciso de aquel encuentro y del salón en el que nos recibió. Rodeados de libros y objetos de lo más curiosos. Nos fue enseñando lo que allí tenía. Entre otras cosas nos explicó por ejemplo porqué el "Caduceo" (vara de olivo con dos serpientes enroscadas ) representa el símbolo de la Medicina y muchas veces se confunde con la Vara de Esculapio. En fin, detalles a los que por entonces no dábamos ninguna importancia pero que para él sí que la tenía.
Una vez terminada la carrera realicé la especialidad de Anestesiología y Reanimación en el Hospital General de Vic (Barcelona), ciudad en la que residí durante 10 años y de la que guardo un gran recuerdo. Cuando tuve la oportunidad de volver (año 1995) y comencé a trabajar en Policlínica Gipuzkoa coincidí con él de nuevo. Creo recordar que operaba los martes en un quirófano del antiguo bloque quirúrgico. Era "El Quirófano de Oftalmología" llamado así porque allí se realizaban las intervenciones de esa especialidad. En el techo, encima de la camilla, se encontraba literalmente empotrado un magnífico microscopio de la marca alemana Zeiss. Peligrosísimo sea dicho de paso ya que era de forma cuadrada con unas aristas y unas esquinas que como te dieras un cabezazo te acordabas unos cuantos días. Fui testigo del golpe que se dio una enfermera y como cayó inconsciente. Acto seguido se le tuvo que realizar un TAC craneal ya que no terminaba de recuperarse. Afortunadamente no pasó de ahí. Pues bien, sus sesiones quirúrgicas eran de lo más amenas. Te hablaba de todo, política, cultura, literatura, filosofía..... A su entrada en quirófano siempre me saludaba con un "Buenos días, joven". Trataba a todo el personal de usted. Era un gran hombre, afable, cariñoso. Pasaba visita hasta los sábados por la mañana. Tenía una clientela fiel. Esos años estuve a punto de iniciar una tesis doctoral que iba a tratar sobre la Historia de la Anestesiología en Guipúzcoa. Le pareció muy interesante el tema, estaba de acuerdo en ser mi director de tesis y me animó a hacerlo. Todo quedó en un proyecto ya que el trabajo diario me impidió continuar adelante.
Poco a poco su asistencia a quirófano fue decayendo y su trabajo lo asumió su sobrino Enrique Aramendía. Fui perdiendo contacto con él y ocasionalmente nos encontrábamos en los pasillos, cafetería, etc. Su hija Nelly y su sobrino Enrique continuaron en su consulta y me iban informando sobre su salud, actividad profesional, intelectual, etc.
Hace unos días vi su esquela y algunos artículos en el DV dedicados a él como el de José María Urquía, médico y profesor titular de la UPV, con el que me saludo habitualmente.
Una gran pérdida la de un hombre entregado a su profesión de la que fue figura de gran prestigio no solo provincial sino nacional. También la de una persona de talante liberal, culta e ilustrada, que cultivó otras muchas facetas además de la Oftalmología.
Un saludo,
No hay comentarios:
Publicar un comentario