Hace unos días fuimos a pasar un fin de semana a La Rioja. Vale la pena ir en otoño cuando las vides han descargado todo su fruto y las hojas van tiñéndose de ese color rojizo tan característico. Si encima te coincide buen tiempo la carambola es total.
El plan era el siguiente: salida de Donosti y de un tirón a Ezcaray, comer , por la tarde a Santo Domingo de La Calzada y a dormir a San Millán. Al día siguiente visita al cenobio y a comer a Haro. Después, poco a poco a casa.
El viaje de ida lo hicimos por la A8 y en Eibar empalmamos con la autopista a Vitoria. Es una autopista espectacular, con un paisaje de lo más relajante. El tramo más reciente que va de Bergara a Vitoria es el que presenta la arquitectura más vanguardista. Con unos túneles anchísimos y dotados de lo último en cuanto a iluminación y seguridad. Se pasa por el más largo del País Vasco de más de 3 Km de longitud. Hay un momento en que el paisaje cambia de forma radical a la salida de un túnel. Entras con el típico de Guipuzcoa de montes y valles y a la salida te encuentras con la llanada alavesa. Había calculado unas 2 horas y media y tardamos 2 horas escasas. Era un sábado y, como no, había mercadillo de ropa y comida. La visita era obligada. Luego dimos una vuelta por el pueblo y pudimos admirar lo más característico.
La primera mención documental sobre Ezcaray data de 1110 y es 1312 su fecha clave. El rey Fernando IV el Emplazado otorgó fuero al valle de Ezcaray quedando sus habitantes libres de todo pecho, tributo y empréstito excepto 5 maravedíes cada vecino al rey. Dicho fuero fué confirmado por diferentes monarcas hasta Fernando VII.
Destaca su industria textil desde el siglo XVI. Carlos III otorgó a la industria existente el privilegio de denominarse Compañía Real de San Carlos y Santa Bárbara que con el tiempo desapareció. Posteriormente se crearon otros talleres afines y actualmente pueden encontrarse sus productos en las mejores tiendas de moda.
En la foto de arriba se puede ver un edificio singular. Es la Casa de los Gil de La Cuesta construída en el S. XVIII. La fachada es de silleria con tres plantas presentado la segunda tres balcones de herraje que alternan con 2 ventanas.. La puerta central esta coronada por unos relieves y está flanqueada por una ventana circular a cada uno de sus lados. Esta casa está situada junto a Iglesia de Santa María La Mayor.
En la plaza de Ezcaray, en uno de sus costados podemos ver la Casa de Los Cuezva cuya fachada podemos apreciar en la foto de arriba. Es una casa porticada con fachada que alterna la mampostería y la madera. Este tipo de casa porticada es muy común aquí. Al poseer Ezcaray una pujante industria textil, estos pórticos servían para esquilar a las ovejas y guardar la lana en los bajos. En la foto de abajo se puede apreciar uno de ellos en una casa abandonada.
Cafelito en la plaza con el sol de frente y a continuar paseando. En la foto de abajo se puede ver un balcón esquinero que destacaba en una casa próxima a la plaza. Este tipo de balcón fué introducido en España imitando a los que en Italia se prodigaron a partir del Renacimiento. Similares pero con más ornamentación (heráldica, tondos, hojas de acanto, etc) se pueden apreciar en muchos edificios extremeños de Trujillo, Cáceres...
Pasear por este pueblo fue de lo más agradable ya que no había mucha gente y el tiempo acompañaba. Al doblar una esquina nos encontramos de frente con otro edificio singular: el Palacio del Arzobispo de Barroeta construído en 1766 y que podemos observar en la foto de abajo.
De tres plantas, sus fachadas son diferentes y están abrazadas por un amplio balcón esquinero de herraje. La de la izquierda es totalmente de sillería presentando dos escudos de los Fernández de Tejada y la de la derecha alterna mampostería con sillería.
Tras este paseo llegó la hora de reponer fuerzas y aportar energía a las exprimidas neuronas. Estar en Ezcaray y no rendir pleitesía a uno de los más importantes palacios gastrónomicos como es el restaurante Echaurren, sería un insulto. La oferta es amplia y de lo más interesante. Se pude elegir entre restaurante de vanguardia y clásico. Optamos por éste último y acertamos de pleno.
Antes de dirigirnos an Sto. Domingo de la Calzada caminamos hacia la antigua estación del ferrocarril hoy convertida en un agradable restaurante. Todo un acierto en el aprovechamiento del edificio y de la zona de andenes tal y como podemos ver en la foto de abajo.
Tomamos un necesario café y rumbo a Santo Domingo de la Calzada. El pueblo como tal no vale gran cosa. Sus edificios son todos diferentes, no siguen ningún tipo de esquema urbanístico ni de uniformidad en cuanto a aspecto externo y altura. Lo único destacable es la Catedral, el Parador Nacional y alrededores. Los primeros datos de su existencia se fechan en 1136. La población se centraba alrededor de la iglesia y del hospital de peregrinos que mandó construir Domingo el eremita. En el S. XVI tiene lugar el desarrollo y florecimiento de la ciudad llegando a tener 3000 habitantes. Actualmente cuenta con 6000 habitantes.
La Catedral comenzó a construirse en 1158 para cobijar los restos de uno de los santos más venerados en el Camino y que falleció en 1109. Comenzó su edificación maese Garçion que proyectó un templo tardorománico del que quedan vestigios en el abside central de la cabecera, tal y como se aprecia en la fotografía siguiente. Consta de capiteles historiados, arco de medio punto y dos ventanas abocinadas.
Elemento destacable dentro de la catedral es el gallinero que contiene un gallo y una gallina y data del S. XV, siendo de estilo gótico. Se puede ver en la foto de abajo.
Cuenta la leyenda que un peregrino alemán llamado Hugonell llegó a Santo Domingo de la Calzada y se hospedó en una casa. Una joven se enamoró de él y ante su indiferencia le traicionó metiéndole en su equipaje una copa de plata. El Corregidor fué avisado que el peregrino la habia robado y lo mandó detener. Ese delito se castigaba con la pena de muerte. El joven fue ahorcado y cuando sus padres fueron a recojer su cadáver oyeron su voz que les decia que gracias a Santo Domingo seguía vivo. Los padres fueron a casa del Corregidor que estaba comiendo, le contaron lo sucedido y éste dijo que si eso era verdad el gallo y la gallina que estaba comiendo tenían que cantar, cosa que sucedió. "Santo Domingo de La Calzada donde cantó la gallina después de asada". Después de visitar la Catedral hicimos una parada técnica en el Parador y rumbo a San Millán.
En San Millán hay dos monasterios: el de Yuso y el de Suso. El de Suso es el más antiguo y fue fundado por San Millán en el S. V. Se pueden apreciar elementos visigodos, mozárabes y prerománicos. Está alejado del de Yuso y sólo se puede acceder en microbús, si tienes la suerte de haber cogido pase, con una frrecuencia de media hora. No pudimos visitarlo porque no había pases. La gente los coje desde casa a través de Internet. En la foto de abajo lo podemos ver.
Ya que no lo pudimos visitar cojimos entrada y guía para el de Yuso. El monasterio de Yuso acoje los restos de San Millán desde el año 1053. Es conocido como cuna del castellano y del vascuence. Los monjes se dedicaron no solo a transcribir textos religiosos sino que iban anotando lo que la gente del pueblo decía. Así aparecen los primeros textos en euskera conocidos que se reproducen en una placa colocada en la entrada.
La visita a este monasterio quedó un poco limitada ya que no pudimos visitar la iglesia que se encontraba en obras. No obstante los diferentes departamentos por los que pasamos fueron muy interesantes.
Podemos ver la sacristía con pinturas murales al fresco y cuadros de pintores que aunque fueran de segunda fila tenían su interés. Muy bien conservados estaban unos enormes libros cantorales de gregorianos que se pueden ver en las dos fotografías siguientes. Escritos sobre pergamino, mantenían en perfecto estado dibujos y colores.
Se me ha olvidado comentar que en el interior del Monasterio de Yuso hay un Hotel llamado Hostería muy cómodo y a un precio más que razonable aunque tenga cuatro estrellas. recordaba mucho a los Paradores Nacionales. Ahí pasamos la noche y llamaba la atención el silencio que reinaba en todo el hotel.
Viaje más que recomendable con mucho para ver y leer ya que todos los rincones están impregnados de mucha historia.
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