Peyrehorade es una localidad francesa situada a unos 95 Km de San Sebastián, muy cerca de Bayona, en el departamento de Las Landas, distrito de Dax.
Su núcleo urbano está atravesado por el Gaves Réunis, un majestuoso río de aguas tranquilas afluente del río Adur y que con este nombre desemboca en Bayona con un caudal soberbio y una anchura imponente, como muchos ríos franceses. La última referencia sobre el número de habitantes que he encontrado data de 2015 y lo cifra en 3794.
La primera vez que estuve en este pueblo fue en los años 70 volviendo de esquiar con mi padre. Yo tendría 12-13 años. Seguro que ya tendría en mente comer allí, concretamente en el Hotel Le Central. Recuerdo muy bien la escena: era la primera vez que veía a camareros vestidos casi de esmoquin y la manera tan ceremoniosa que tenían de servir los platos en bandejas con cobertor, y con reverencia incluída. Desde entonces no había vuelto.
El motivo de esta entrada se debe a la visita que realizamos a esta localidad el miércoles anterior a Navidad. Tradicionalmente ese día se celebra una feria que anualmente se repite en esa fecha y que un buen amigo nos había recomendado.
Salimos de San Sebastián a las 8 de la mañana y en una hora y cuarto llegamos. La temperatura allí rondaba los cuatro grados y el cielo aparecía raso. Hacía frío y nos pilló desprevenidos. Ya se veía ambiente y en la plaza se amontonaban los diferentes puestos de ropa, quesos, comida preparada, etc. Me llamó la atención una pescadería/marisquería instalada en el trailer de un camión. El objetivo de nuestra visita era comprar hígado de pato fresco. Nuestro amigo lleva años acudiendo a esta feria y es un gran experto en la elaboración de foie gras mi-cuit. En un recinto cerrado varios puestos ofrecían al público las diferentes partes del pato. Desde el hígado fresco al magret pasando por otras zonas del pato desconocidas para nosotros. También estaba a la venta el ánade con su cuello y pico y con la carcasa interior a la vista. Tengo la impresión que en Francia lo aprovechan todo. Otros puestos ofrecían otras especialidades del pato debidamente elaboradas. Se veían muchos huecos. Nos explicaron que por culpa de la pandemia el número de feriantes había disminuído considerablemente.
Fue una mañana muy entretenida y provechosa. Como no, también nos hicimos con unas porciones de queso que vendían a granel. No concibo volver de Francia sin algo de queso aunque conozco personas que no lo pueden ver ni en pintura. Ellos se lo pierden.
Las próximas navidades volveremos.
Un saludo,
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