sábado, 9 de julio de 2016

Graduación

      Hace unos días tuvo lugar en la Universidad Internacional de Cataluña (UIC) la graduación de los alumnos de la carrera de Medicina. Entre ellos se encontraba mi hija Cristina.



      Hago memoria y todavía recuerdo perfectamente el día que fuimos a Barcelona en septiembre de 2010, con el coche lleno hasta arriba de maletas (ya se sabe, las féminas), y la llegada a la residencia del Colegio La Salle Bonanova. Su habitación y las compañeras con las que durante dos años compartiría residencia. Posteriormente junto a tres amigas vivieron en un piso en el animado y popular barrio de Gracia.

Residencia Colegio La Salle Bonanova


      El paso del colegio a la universidad a todos nos pilla totalmente desarmados en cuanto a lo que nos espera, a pesar de los avisos que vas recibiendo por parte de tus profesores y de tus padres. Son unos años que permanecen en el recuerdo durante toda tu vida y, gracias a la facilidad con que nos vamos olvidando o aparcando por ahí los malos momentos, quedan grabados los buenos. Pienso que son para vivirlos fuera de casa porque así te vas enfrentando a muchas situaciones de las que tienes que salir por tu cuenta. Uno así se va curtiendo poco a poco.



      Volviendo a la graduación, ésta tuvo lugar en la sala de actos de la UIC. Acudieron el Rector, el Decano y muchos profesores de la facultad, ataviados con sus togas y birretes amarillos (color de Medicina) excepto el del Rector que era negro. Muy solemne (para esto los catalanes son unos artistas) la entrada en la sala de actos de los profesores y alumnos (éstos ataviados con togas negras), con una música que acompañaba perfectamente y te ponía los pelos de punta. Unas palabras del Rector y del Decano y tomó la palabra la Dra. Mercé Boada, neuróloga y directora del Instituto Catalán de Neurociencias Aplicadas, que impartió la lección magistral. Personalmente, lo mejor de todo el acto. Supo perfectamente ponerse a la altura de los nuevos médicos relatándoles sus primeras experiencias recién licenciada. Que discurso tan cercano, humano, propio de una persona sabia, humilde. Que anécdotas tan bonitas y con que gracia las contó. Fue, como he dicho antes, lo mejor del acto exceptuando el discurso que como subdelegada de su clase hizo mi hija (faltaría más). Terminó el acto con los profesores y alumnos levantados, recitando el Juramento Hipocrático y posteriormente entonamos todos el "Gaudeamus Igitur", himno universitario por excelencia. Salimos del salón de actos y en el exterior hubo un animado aperitivo acompañados de un sol radiante. Ahí tuve la ocasión de saludar al prestigioso Doctor Joaquín Barraquer director del Instituto oftalmológico que lleva su nombre. Un nieto suyo también se graduaba.

 

    
  Tengo dos hijas y las dos ya licenciadas o graduadas. Que más se puede pedir. Cada una irá cogiendo su camino en esta vida y lo único que como padre puedo desearles es que les vaya muy bien y sean lo más felices que puedan ser. Su madre y yo hemos hecho lo que teníamos que hacer, les hemos educado de la mejor manera que a nosotros nos ha parecido y ellas saben que siempre hemos estado y seguiremos estando ahí para lo que les hagamos falta.
 

 

Un saludo de un orgulloso padre,

1 comentario:

  1. ¡Felicidades, José! Ahora, suerte con el MIR. A nosotros ya nos queda menos

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