domingo, 1 de enero de 2012

Fundación César Manrique

      Para hablar de esta Fundación lo primero es saber quien fue César Manrique.
      Manrique nació en Arrecife (capital de Lanzarote) el 24 de Abril de 1919 y falleció en Teguise, cerca de su fundación, en accidente de tráfico el 25 de Septiembre de 1992.


      Lanzarote, su isla natal, tuvo una presencia decisiva en su vida y en su obra. Los recuerdos de su infancia fueron fundamentales para recrear todo su imaginario pictórico y su apuesta por la integración de la obra humana con el paisaje recuerda a los arquitectos como Frank Lloyd Wright que, con su apuesta de la casa Fallingwater, fue uno de los pioneros en esta tendencia de la arquitectura. Su aportación al desarrollo de Lanzarote fue decisiva para desarrollar una estética perfectamente adaptada a la isla. Los lugares más interesantes llevan su firma, desde los Jameos del Agua, El Mirador del Río, El Jardín de los Cactus, etc...
    


      Por su trabajo artístico y medioambiental en Lanzarote, recibió distintos premios. Entre ellos destacan el Gosraler Mönchehaus-Preis für Kunst und Umwelt (1981), Premio Europa Nostra (1985),  Fundación FSV (Hamburgo 1989).


      La Fundación se encuentra cerca de Tahíche, localidad de Lanzarote próxima a Arrecife, y ocupa el antiguo hogar de Manrique. Esta vivienda fue construída en la década de los sesenta y está enclavada en un río de lava cuya antigüedad se remota a las erupciones del siglo XVIII.


        Dentro de la casa se puede visitar la zona inferior con una piscina y una zona de descanso donde se pueden apreciar unas lámparas que cuelgan de la lava.


      Muy interesantes resultan los pasadizos que comunican las diferentes estancias. Están perforados en la lava.

   
     Su estética en según que objetos se repite a lo largo de las diferentes visitas que se realizan en la isla. Son inconfundibles: papeleras, apliques luminosos para la pared, etc.


      Todo el recinto está muy cuidado y la limpieza es exaustiva. Por todas las esquinas hay empleados ocupados en esas labores.


      Toda la isla está impregnada de César Manrique. Los lugareños le hechan de menos y son grandes defensores de su obra y de lo que significó para el desarrollo de la isla. Siempre propuso un diálogo respetuoso con la naturaleza y consiguió una simbiosis entre ésta y su obra artística. Los diferentes entornos en los que intervino sirven tanto  para poder contemplar la naturaleza como para poder entrar en contacto con ella.


      Un saludo,

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